En la búsqueda de explicaciones a las diferencias inmunitarias entre sexos, las hormonas han sido el foco de atención de numerosas investigaciones. Jesús Gil, doctor miembro y community manager de la SEI, resume: “La mayoría de los trabajos han demostrado que las hormonas masculinas (testosterona) tendrían un papel supresor de la respuesta inmunológica, mientras que las femeninas (estradiol), la activan”. El precio que tienen que pagar ellas por esa fortaleza es el de ser más propensas a padecer enfermedades autoinmunes (por ejemplo, artritis reumatoide o problemas de tiroides), aunque en este campo, los hombres también están en desventaja, "porque los síntomas de las mismas enfermedades resultan en ellos mucho más fuertes". Nuevamente, las hormonas femeninas se alían con sus propietarias, porque “el estradiol protege, de alguna forma, a los órganos”.
No solo son las infecciones las que se ceban con los varones, también el cáncer les afecta más (“tienen entre una y cinco veces más posibilidades de padecerlo”, según Gil, que se apoya en datos del Ministerio de Sanidad y Consumo), y el asma extrínseco (por alérgenos, como polen o ácaros). El inmunólogo David Escors, de Navarrabiomed, añade: "Hay muchas teorías, pero lo que sí es cierto es que las mujeres, al tener dos copias del cromosoma X y los hombres solo una, producen más proteínas del sistema inmunológico”. En definitiva, ellas están más protegidas, aunque no todo son ventajas: “Además de más enfermedades autoinmunes, tienen mayores problemas de inflamación”, apunta la doctora González-Fernández. Por tanto, la ciencia demuestra que los hombres no son más quejicas que las mujeres, lo que sucede es que están más desprotegidos frente a muchas enfermedades.